martes, enero 31, 2006

· El porqué de la cosa (p)


Miá, Celipe, ¡que gusto!, tres manojos
déspigas repañás en un instante;
dende misa mayor al meyodía,
tres manojos lo mesmo que tres jaces.

Y ná más. Tú trebaja,
que yo barro p´alantre
y presto jorraremos pa la suerte
los cuatro mil riales.

Y ná más. Que rechiflen y reguñan,
cavilando burrás los jolgazanes,
iciendo que los probes mueren jartos
de trebajo y de jambre;
¡ellos si que revientan de su rabia
lo mesmito qu´estrumpe un triquitraque!

¿Pero qué refunfuñas entre dientes?
¿Qué concojas te anúan el gaznate
que ni me palras, ni siquiá, Celipe,
te güerves pa mirame?

D´un periquete voy a ve´l puchero
y atrancar el postigo de la calle,
pa dispués que me siente en tus roillas
que no mus cija naide,
iciirte yo las cortas ocurrencias
de mis cortos arcances.

¡Ajajá! Celipillo, tú tiés argo,
tú no pués engañarme,
o el amo te miró con mala cara,
o bajó el manijero los jornales;
pero tú tienes argo, Celipillo,
argo que yo no pueo devinate
por más que me caliento la mollera
rebuscando el porqué de tus pesares.

Pero dame la cara, ¡por Dios hombre!;
dam´un beso y abrázame,
y dame un estrujon juerte, mu juerte,
pa ve si al estrujame
quié reventá de gorpe la vejiga
de jieles qu´avinagra tu caraite.

¿Es que gorvemos otra ves, Celipe,
a las mesmas junciones d´andenantes,
por qu´eres orgulloso y no te gusta
que tu mujé trebaje?

Es qu´aún no juyó de tu caletre
el resquemor que tiés que m´asolane
por dir a rebuscar a los rastrojos
las espigas de trigo? ¡Qué diantre!
Pos si es asín, t´amuelas, Celipillo,
que n´hay más qu´aguantase.

Descurre una mijina tan siquiera
pensando en esa cosa que tú sabes.
¡Ay, Celipillo, Celipillo tonto,
que p´al mes de Los Santos semos padres,
qu´hay que jorrar, ¡recontra!, pa la suerte
los cuatro mil riales,
qu´el corazón me ice qu´es un macho
lo que yo voy a dalte.

Un macho mu jorzúo, con agallas,
con genio, con reaños, con coraje;
más vivo que los vientos,
más listo que los frailes,
más duro que las piedras,
más güeno que los ángeles,
qu´ha de saber podar como su agüelo
y ha de saber segar como su padre.
Y será campusino mu castüo,
y será labraor, ¡que duda cabe!
pa labrar esa suerte que mercamos
con la yunta qu´habemus de mercale.

Päece que ya no gruñes, Celipillo,
páece que ya t´atreves a mirame,
y me jaces cosquillas con las barbas
de tanto como quieres arrimate...

¡Mi feuchillo! Si tú eres mu candongo,
dame un beso y abrázame,
pero a vel, cuidaito y no m´estrujes
que ya me tiés breá de cardenales,
y de fijo que via las estrellas
si mu juerte llegaras a estrujame.

Amos a ver, prencipia... ¡No seas burro!
¡Mia que chillo!... Prencipia cuanto antes.

- Yo te voy a jundir en una urnia,
cacho e cielo dorao de la tarde;
yo te voy a jundir en una urnia
pa que no te de´l aire.

- Güeno, las manos quietas, Celipillo;
amos a ser jormales.

- Yo te voy a comer esa boquina
una ves que t´arrimes pa besame,
y endispués de comía m´entapono
pa que no me s´escape.

- Mia, Celipe, si sigues burreando,
esta noche m´acuesto con mi madre.

- Porqu´eres tú lo mesmo de preciosa
que la Virgen del Carmen.

- Pos si tanto te gusto, venga, dime,
¿por qué refunfuñabas andenantes?
¿Por qué no me mirabas?
¿Qué ajogos agriaban tu caraite?

- Mis ajogos, mujé, no son pa dichos,
que no puén esplicase
manque yo m´embuchara más palraos
que tos los sacamuelas chalratanes.
Mis ajogos se cuajan aquí dentro
con negros cuajarones de mi sangre
que me´enturbian los ojos y me jieren
lo mesmo que si jueran dos puñales.
Y tú te tiés la curpa, ya lo ije.
Y tú por nuestro mozo, ya lo sabes.

Tú vas a espurgá las rastrojeras,
y entres días ajuntas cuatro jaces,
y contenta me vienes y me ices
que tú barres p´alantre.

Yo, que soy segaor, sé bien de cierto
que mu pocas espigas se me caen,
y yo duo si espurgas los rastrojos
o las cargas que pillas por delante.

Y eso ya no pué ser, esta es la jonra
que al muchacho tenemos que dejagle
más limpia que la cara de la Virgen,
más branca que la flo de los jarales,
y al que quiera manchala me lo jundo
manque sea su madre.

Y no jimples, que son feguraciones
y no jué mi decir pa molestase,
que bien pudo segar en esa suerte
por argún casual un prencipiante.

Y asín y tó no quiero qu´arrebusques
las migajas qu´algunos se le caen,
siquiera mientras lleves ahí metio
nuestro mozo, porqu´eso es enseñale
desde chico a doblar el espinazo
y a viví de las sobras de los grandes;
y asín saldrá sin juerzas, sin agallas,
sin brios, sin coraje
pa pescar el jocino y dir al corte
pa llevase a los hombres por delante.

Ya no güerves a di pa los rastrojos.
Ya no juntas más jaces,
qu´el muchacho no viene pa escurrajas
y me lo pués torcer con agachate.

Porque, mira, mujé, con esas cosas,
¿sabes tú lo que jaces?
Pos le plantas el jierro de los probes
que no lo borra naide.

LUIS CHAMIZO

jueves, enero 05, 2006

· Sueños (p)

Un ejército de sueños blancos y rojos galopa por el cielo, invisible y misterioso.
Las nubes y el viento van pasando y ordeno en ellos mis susurros y lamentos.
Son susurros de amor puro y lamentos de frío y soledad.

Y yo me quedo estacionado con mi cuerpo en estas sierras de nieves y de lumbres.
Mas mis sueños van contigo, viento fresco y nube algodonada.
Llevadme con vosotros a tierras agrietadas y a corazones de amor desatendidos.

Llevadme con vosotros a corazones de amor desatendidos
que quiero repartir en esos corazones este amor de invierno que me abrasa.
Y quiero dar mi luz a esos ojos cegados por la escarcha y el olvido.

Para la vuelta no os preocupéis amigo viento y nube blanca;
andaré solitario por veredas en la noche solitaria.
Comeré en cualquier camino frutos de sueños y hojas invisibles
y cualquier día volveré a ver pasar por mis sierras
con la lluvia, con la nube y con el viento
a mi ejército de sueños, aún errantes.












MANOLO CHINATO (Poesía Básica, Extrechinato y Tú)